Justin sabe lo que es vivir en el infierno
El ídolo adolescente desvela que en la casa donde creció había ratones y poca comida en la nevera
Antes de tocar el cielo con los dedos, a Justin Bieber le tocó vivir sino en el infierno, casi. El popular artista canadiense acaba de desvelar una infancia de todo menos feliz: «La casa estaba realmente sucia. Teníamos trampas para ratones por todas partes, yo no tenía una cama de verdad. Dormía en un sofá-cama. No teníamos nada en el frigorífico, excepto quizá embutido para llevar al colegio, macarrones y queso». Cuenta Justin que quien le sacó adelante fue su madre, Pattie Mallette, una mujer marcada por una infancia de abusos sexuales que se asomó después al infierno de las drogas y el alcohol. A los 18 años dio a luz a Justin, un crío que enseguida destacó por su buen oído. De manera autodidacta y con pocos lujos aprendió a tocar el piano, la batería, la guitarra y la trompeta y a los 12 años quedó segundo en un concurso local de canto. Su madre subió el vídeo de la actuación a YouTube para que los familiares y amigos cercanos pudieran verle y allí le descubrió el que hoy es su manager. El resto hasta su entrada en el Olimpo de las estrellas adolescentes es historia conocida, salvo el episodio que acaba de contar, el de la infancia de las estrecheces. Sabe de dónde viene y Justin, 17 años recién cumplidos, dice que le encantaría interpretar a Oliver Twist en el 'remake' del musical. Hoy no tiene nada que ver con el chiquillo huérfano de la novela de Dickens, pero todavía se ve reflejado en él cuando se acuerda de cómo era su vida antes de la fama.
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